15. Meliso

Filósofo pero también un destacado militar.

Meliso en Las Crónicas de Núremberg, de Hartmann Schedel (1493)

 

De la vida de Meliso, hijo de un tal Itágenes, sabemos únicamente que, además de filósofo, fue un militar samio que destruyó la flota ateniense en el año 441 antes de Jesucristo, luchando contra Pericles en el sitio de Samos.

 

Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, traducciones por Luis-Andrés Bredlow, Editorial Lucina, Zamora, 2010, Libro IX, pp. 337-338.

 

Lo cuenta Plutarco (46-120), un historiador y filósofo griego, en su obra Vidas paralelas, cómo aprovechó Meliso un error táctico de Pericles para infligir una derrota a la flota de Atenas, consiguiendo aliviar temporalmente el bloqueo a que estaba siendo sometida su isla de nacimiento:

 

Plutarco, Vidas paralelas, Pericles, 26, traducción de Antonio Ranz Romanillos, Librería de A. Mézin, París, 1847, p. 288.

 

Hay una Melisa de Samos, también filósofa, probablemente pitagórica, de la que apenas sabemos casi nada, pero que tal vez fuera familia de Meliso.

Julien Clerc - Mélissa (“Mélissa, métisse d'Ibiza, vit toujours dévétue. Dites jamais que je vous ai dit ça ou Mélissa me tue”)

 

Gilles Ménage, Historia de las mujeres filósofas, traducción de Mercè Otero Vidal, Herder, Barcelona, 2009, pp. 132-133.

 

Y es que de las mujeres filósofas sabemos bien poco… y no porque no las haya habido, sino porque, como señalaba Umberto Eco, “los filósofos han preferido olvidarlas, tal vez después de haberse apropiado de sus ideas”.

 

Gilles Ménage, Historia de las mujeres filósofas, traducción de Mercè Otero Vidal, Herder, Barcelona, 2009, p. 12 (introducción de Rosa Rius Gatell).

 

Meliso de Samos escribió un tratado -del que apenas nos quedan 10 fragmentos transmitidos por Simplicio- al que se le atribuyó el título Acerca de la naturaleza o Acerca del ser, en el cual emplea argumentos que pueden parecer a veces poco refinados y repetitivos, lo que hizo que Aristóteles lo criticara e incluso le llamase “burdo” (y eso ha hecho que el desprestigio de este filósofo haya llegado hasta los comentaristas modernos):

 

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 81.

 

Aristóteles, Metafísica, introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez, Editorial Gredos, Madrid, 1998, p. 92 (Libro I, Capítulo V, 986b25).

 

En realidad, como vamos a ver, cabe decir que Meliso es un pensador importante en, al menos, dos aspectos: (1) en su corrección de algunos puntos de la doctrina de Parménides; y (2) en su influencia hacia el pensamiento atomista posterior.

 

Con respecto a lo primero (la corrección de alguno de los puntos de la doctrina parmenídea), vamos a leer algunos de los fragmentos de que disponemos y los vamos a comentar brevemente:

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 86.

 

La argumentación de Meliso con respecto del ser es, en principio, similar a la de Parménides: el ser no ha sido generado, es ingénito, pues si hubiera sido generado, lo hubiera sido a partir de la nada, y de la nada no puede generarse nada. Tampoco puede tener un fin (para ello tendría que dejar de ser), por lo que es infinito, ilimitado, al contrario de lo que pensaba Parménides, que afirmó la finitud de lo real, considerando que el ser, para ser perfecto, no puede carecer de nada, ni siquiera de límites.

 

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, pp. 121 y 122.

Asimismo, el ser es, como era en Parménides, uno y homogéneo, además de inmóvil. Meliso añade algunas notas del ser que son muy interesantes: el ser no padece ni se aflige, ni tampoco cambia de organización. Digamos que el ser no siente ni padece: y tiene sentido, ¿no? El ser, esto es, la realidad, no tiene sentimientos, no sufre, no se alegra, no enferma, no recupera la salud. Todo eso solo podría ocurrir si el ser pudiera cambiar, si pudiera darse la situación de que dejase de ser algo (por ejemplo, alegre) para comenzar a ser otra cosa (por ejemplo, triste). Y es que parece que en esta época los pensadores no diferencian todavía entre una sustancia (un hombre concreto) y un atributo o característica de esa sustancia (estar alegre o estar triste).

El caso es que el ser no cambia, por lo que al ser ni le duele nada ni tiene sentimientos. Me parece interesante esa observación: me recuerda a esas situaciones en las que estamos pasando un mal momento y nos decimos: “esto también pasará”; en el fondo es como si nos estuviéramos recordando que lo importante es que resistamos, que nuestros sufrimientos son pasajeros, que lo esencial no es eso sino nuestra permanencia... Pero mejor leamos a Meliso:

 

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, pp. 122 y 123.

 

El ser de Meliso, uno e infinito, homogéneo e invariable, es una negación de lo que vemos con nuestros sentidos. Y es que la pluralidad que observamos en el mundo, tal y como ocurría con Parménides, es falsa, es una ilusión: solo hay uno, todo es uno, la multiplicidad no existe. La muerte, por ejemplo, que tanto nos hace sufrir cuando se lleva a nuestros seres queridos, es una ilusión más, esto es, que “no vemos en forma correcta”.

 

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, pp. 124 y 125.

 

Con respecto a su posible influencia hacia el atomismo posterior, cabe decir que su frase contra la pluralidad: “si hubiera muchos seres, es preciso que esos muchos seres fueran tal y como digo que lo uno es” abre el camino hacia el pensamiento atomista de Leucipo y Demócrito, el cual justamente pensará la realidad como formada por múltiples seres (los átomos) con las mismas características que el ser uno de Parménides.

 

Recordemos, para terminar, eso tan bonito de que el ser no sufre ni padece. Es curioso que Meliso, como hombre inteligente y conocedor de los reveses de la vida, pudiera haber concebido así al ser: uno, homogéneo, inmóvil, infinito… y sin padecimientos.

Los filósofos presocráticos II, traducciones por Néstor Luis Cordero, Francisco José Olivieri, Ernesto La Croce, y Conrado Eggers Lan (Francisco José Olivieri es responsable del capítulo dedicado a Meliso), Editorial Gredos, Madrid, 1985, p. 103.

 

PROK - WORD (PROD SCENO):

(1:09) “Yo solo canto dolor, si es que no pinto color

¿Cómo lo hago, señor?”

MELISO

Meliso, un tipo curtido en batallas, un filósofo pero también un destacado militar, imaginó el ser como infinito (al contrario que Parménides) y le añadió una hermosa característica: el ser no sufre ni padece, no siente dolor ni tristeza. Curioso que eso lo dijera un hombre curtido en la vida como #Meliso 🥷. A veces, cuando estamos pasándolo mal, nos aliviamos pensando que todo pasa, pues es verdad que la realidad es más consistente que nuestros padecimientos temporales. En fin, que seguimos #leyendohistoriadelafilosofía en #Japón… ¡díselo a tus amigos y enemigos y comparte nuestro vídeo para que se conozca al bueno de Meliso! ✊🏾🔥📚🦉❤️🇯🇵

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