8. Anaximandro
Es el primer autor de textos filosóficos de Grecia y contemporáneo de Tales.
Anaximandro en Las Crónicas de Núremberg, de Hartmann Schedel (1493)
Por primera vez, Anaximandro usó el término arché (ἀρχή, «principio» u «origen») para referirse a la sustancia única, encontrando tal principio en el infinito (ápeiron, άπειρον), esto es, en la cantidad infinita de materia, de la cual todo se origina y en la cual todo se disuelve, según un ciclo impuesto por una ley necesaria.
Los filósofos presocráticos, traducciones por Conrado Eggers y Victoria E. Juliá, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 87.
Alberto Bernabé, Fragmentos presocráticos. De Tales a Demócrito, Alianza, Madrid, 2008, p. 51.
Se trata de un principio divino, inmortal e indestructible, concebido como materia en la que aún los elementos están sin diferenciar.
Los filósofos presocráticos, traducciones por Conrado Eggers y Victoria E. Juliá, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 89.
El ápeiron está privado de las determinaciones que configuran la corporeidad sensible de los elementos particulares.
Platón, Timeo (51b), en Diálogos VI, traducción de Francisco Lisi, Gredos, Madrid, 1992, p. 203.
Anaximandro es el primero en elaborar filosóficamente lo trascendente y lo divino, separándolo por vez primera de la superstición y el mito.
El principio que establece Anaximandro como sustancia originaria merece el nombre de “divino”: el ápeiron es una realidad distinta del mundo y trascendente, pues es un cuerpo infinito, por lo que abarca y gobierna todo; lo que abarca se encuentra siempre más allá y fuera de lo que resulta abarcado, aunque manteniendo una relación con ello. Además, el infinito es también aquello que gobierna al mundo, siendo no solo la sustancia del mundo sino también su ley.
Aristóteles, Física, Libro III, 203b, traducción de Guillermo R. de Echandía, Editorial Gredos, Madrid, 1995, p. 191.
Roman Mosaic Depicting Anaximander with Sundial, © GDKE / Rheinisches Landesmuseum Trier, Photo: Th Zühmer
Anaximandro plantea por primera vez el problema del proceso mediante el cual todas las cosas del mundo se derivan de la sustancia primordial. Este proceso consiste en una SEPARACIÓN: la sustancia infinita posee un movimiento eterno en virtud del cual los contrarios se van separando (lo seco de lo húmedo, lo cálido de lo frío, etc.).
Los filósofos presocráticos, traducciones por Conrado Eggers y Victoria E. Juliá, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 103.
Los filósofos presocráticos, traducciones por Conrado Eggers y Victoria E. Juliá, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 104.
Mediante esta separación se van engendrando infinitos mundos, que van sucediéndose según un ciclo eterno.
(Es algo así como lo que dice el rapero andaluz Foyone en esta entrevista -minuto 1:36- en el programa “La resistencia”, hablando de la posibilidad de un mundo en el que existieran seres reptilianos -algo que consideramos hoy una teoría de la conspiración- acompañándonos a los humanos, como si se tratara de una raza inteligente evolucionada de forma paralela a la humanidad). Si hay infinitos mundos, hay infinitas posibilidades.
Cada uno de los infinitos mundos ya tiene indicado el tiempo de su nacimiento, de su duración y de su fin: “Todos los seres deben pagarse unos a otros la pena de su injusticia según el orden del tiempo”, reza el más antiguo texto de filosofía que se conoce, que es precisamente la frase recién citada de Anaximandro.
Hermann Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, Weidmannsche Buchhandlung, Berlin, 1903 (esta edición: 1912) (Kap. 2: Anaximandros, 12 A 9, p. 15).
Felipe Martínez Marzoa, Historia de la filosofía I, Istmo, Madrid, 2010, p. 30.
Los filósofos presocráticos, traducciones por Conrado Eggers y Victoria E. Juliá, Editorial Gredos, Madrid, 1981, p. 110.
En este enigmático texto, la justicia, algo que el legislador Solón consideraba propio del mundo humano, es entendida como ley cósmica, una ley que regula el surgimiento y la muerte de los sucesivos mundos.
El nacimiento es entendido como la separación de los distintos seres de la sustancia divina, lo cual rompe la unidad, que es algo propio del infinito. Los seres no pueden evitar nacer, pero al hacerlo introducen diversidad y contraste donde antes había armonía y homogeneidad. Así, los seres finitos, al nacer, están destinados a pagar con la muerte su propio nacimiento, para, de este modo, volver a la unidad.
De alguna manera, esta idea no es nueva: Anaximandro parece adaptar unos modelos del mundo ya corrientes en el ámbito indoiranio de su época. Leamos, por ejemplo, este texto de los Upanishad (libros sagrados hinduistas), Chāndogya Upaniṣad, citado por el profesor Alberto Bernabé:
Alberto Bernabé, Fragmentos presocráticos. De Tales a Demócrito, Alianza, Madrid, 2008, p. 53.
Infinitos mundos se van sucediendo según un ciclo eterno. Pero hay que aclarar lo siguiente: ¿son esos mundos infinitos también infinitos de modo simultáneo en el espacio o solo de modo sucesivo en el tiempo? Según un testimonio de Aecio (filósofo peripatético del siglo I o siglo II a. C.), Anaximandro admite innumerables mundos que rodean por todos los lados el mundo en el que nosotros vivimos. También, entre otros, disponemos de un texto de Cicerón (el famoso intelectual romano del siglo I a. C.) cuya información es similar. Vamos a leerlos:
Alberto Bernabé, Fragmentos presocráticos. De Tales a Demócrito, Alianza, Madrid, 2008, p. 58.
Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses, traducción de Ángel Escobar, Gredos, Madrid, 1999, Libro I, 10, 25 (p. 92).
Anaximandro de Mileto.
Seguimos en pie, #LeyendoHistoriaDeLaFilosofía, #EnDefensaDeLaFilosofía, porque #LaFilosofíaImporta, frente a la traición y la imprudencia cometidas por nuestro Gobierno español. Hoy toca acercarnos a #Anaximandro, el autor del primer texto filosófico occidental que conservamos... un texto bastante raro y enigmático: “Todos los seres deben pagarse unos a otros la pena de su injusticia según el orden del tiempo”. ¿Qué carajo quería decía nuestro filósofo con esa frase? El caso es que la vida y la muerte, que nos acompañan a todos nosotros, parecen formar parte de un ciclo necesario según el cual el castigo irremediable que debemos cumplir todos por estar vivos es tener que morir... quizá quería decir eso Anaximandro. Nos han contado que dijo más cosas sorprendentes, como que existen universos infinitos y tal vez simultáneos al nuestro. En ese caso, podría haber algún universo habitado por reptilianos, ¿no creéis?
